sábado, 15 de noviembre de 2014

La puerta de al lado está En dirección norte




Siempre me han gustado los lugares pequeños y acogedores, las cosas diferentes y originales, y comunicarme con la gente, sentirme cerca... El teatro de La puerta de al lado reúne estas tres cualidades. Y si encima los actores interpretan con un registro que ya quisieran algunas estrellas, ya no hay lugar a dudas. 

La puerta de al lado, "surgió por la necesidad tan grande que hay entre los actores de poder mostrar su talento, las ideas que bullen en sus cabezas, que son muchas, y para las que, desgraciadamente, no hay demasiadas oportunidades en el mercado" 
cuenta Javier Enguix para La razón. Enguix es el fundador junto a Ángel Acero de este espacio de unos 75 metros cuadrados que abrió el pasado 7 de marzo (C/ Olivar, 3). 


Los actores a los que me refería son los que actuaron ayer en la obra En dirección norte. Donde dos hombres muy diferentes, Jerry (Carlos de Austria) y Harry (José Emilio Vera), mantienen una conversación realmente extraña en el Central park neoyorkino. Y hasta aquí puedo leer.
Por que la historia sube, baja, es alegre y triste, inquietante y distendida, va hacia un lado y otro, hacia el sur y hacia el norte... ¿O era al revés? 


Y todo en una composición en la que el espacio escénico está constituído por un banco que se tambalea cuando los personajes interactúan con él; unas hojitas de plástico colgadas de un tabique que simula el espesor vegetal de algunas zonas del gran parque y una alfombra de césped artificial que parece que el jardinero se ha pasado al cortar. 


Además, lo más destacado de este teatro es que no existe escenario, la historia transcurre a dos pasos de actor de las sillas de reducido público. Un aspecto que me gusta y asusta a la vez. Por un lado, te envuelve y hace partícipe de la obra. Sientes el aire que deja Jerry al pasar por tu lado y te retumba en los oídos el grito que pega Harry a un palmo de ti "¡No tengo nada mío!". El otro lado, es que su cercana presencia y el no tener ni un escalón que les ponga a otra altura te cohíbe, para reír, resoplar, o comentar al de al lado como se le va llenando la camiseta de sudor a Carlos de Autria.


Salvando este aspecto, es una obra recomendable, que te hace pasar de la brújula, por que ¿quién dice donde está el norte?





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